¿Y para qué sirve la fantasía cuando uno está triste?
Acaba uno por cansarse y siente que esa inagotable fantasía se agota con el esfuerzo constante por avivarla. Porque al fin y al cabo; va uno siendo maduro y dejando atrás sus ideales de ántes. Éstos se quiebran, se desmoronan; y si no hay otra vida, la única posibilidad es hacérsela con esos pedazos.
Mientras tanto,
el alma pide y quiere otra cosa.
En vano escarba el soñador en sus viejos sueños.